Nunca se habían recibido con tanta alegría los nacimientos primaverales en Bioparc como en este atípico 2020. El parque se llena de nueva vida en este “baby boom” los últimos en nacer han sido dos blesbok (Damaliscus pygargus phillipsi), un antílope que se caracteriza por las llamativas marcas blancas que vemos en sus rostros y que contrasta con el marrón rojizo de sus cuerpos. De hecho, su nombre proviene de la unión de dos palabras holandesas: “Bles” (mancha blanca) y “Bok” (cabra macho). Ambas crías son hijos de un joven macho, Kees, que llegó al parque en 2019 procedente de Gaia ZOO (Kerkrade, Holanda). Una de las madres, Ella, se trasladó en 2008 desde el zoológico y jardín botánico Wilhelma, (Stuttgart, Alemania) y la otra, Eva, nació en Bioparc en 2009. Con apenas unos días de diferencia han nacido los dos chivos, uno es un macho y del segundo todavía se desconoce el sexo. Las dos madres ya han parido anteriormente en Valencia y el proceso está evolucionando con total normalidad. El periodo de lactancia en esta especie suele durar 4 meses y las crías permanecen con sus madres durante todo el periodo.
Encontramos a los blesboks en uno de los recintos multiespecie más admirados de Bioparc, el que recrea la sabana, donde conviven con jirafas, diferentes aves como los jabirús, el ibis sagrado y la cerceta del Cabo; y otras 3 especies de antílopes, kobos, impalas y gacelas de Thomson. Aunque resultan mucho más complicados para el equipo técnico por el difícil manejo de los animales, estos espacios resultan especialmente estimulantes para el bienestar de las distintas especies, pues les permite interactuar entre ellas y establecer comportamientos lo más similares posible a los que tendrían en su hábitat.