Sin duda, don Enrique Fayos Higón fue todo un referente para la actividad teatral y cultural de Valencia. Para muchos, su muerte, nos deja huérfanos de interminables charlas y ricos comentarios para quienes lo conocimos, especialmente por su vida pegada al mundo del espectáculo y mucho más aún desde que se hiciera cargo del Teatro Olympia al inicio de los años ’60 del siglo pasado.
Lo conocí a principios de los años ’80 cuando la sala Olympia compaginaba la exhibición cinematográfica con los espectáculos teatrales. Si no recuerdo mal, el estreno de la película ‘Volver a empezar’, de José Luis Garci, generaba enormes colas de espectadores que daban la vuelta a la calle Garrigues y…, tras mantenerse varias semanas en cartel, cerca de la puerta de la sala, don Enrique me comentaba: “Ya verás como, la mitad de todas estas personas salen llorando de la sala”. Y no le faltaba razón, la película era lacrimógena hasta la saciedad.
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Tenía un gran sentido del humor y era un apasionado del cine. En más de una ocasión lo encontraba disfrutando de una película en el Cine D’Or, también propiedad de la familia Fayos. Cierto fin de semana, de las dos películas que se reestrenaban en la sala se incluía ‘Rompiendo las olas’, de Lars von Trier. Al entrar aproveché la ocasión para saludarlo y preguntarle si le había gustado el film, a lo que me respondió: “Es muy buena y con muchos premios, pero es de esas películas que te hacen sufrir y sufrir hasta el final”.
Le gustaba el ambiente que se generaba cuando los artistas que llegaban al teatro ofrecían sus ruedas de prensa para dar a conocer la obra a los medios de comunicación. Era un buen momento para charlar e intercambiar opiniones. Las anécdotas, sus viajes, su experiencia como empresario teatral y su visión del mundo del espectáculo, dejaba muy claro que don Enrique Fayos Higón era un hombre con una visión cristalina de lo que significaba llevar adelante una empresa privada dedicada a la cultura. “Nos gusta la diversidad y por eso compensamos en la programación obras que son buenas y entretenidas con obras más dramáticas. El público valenciano es agradecido cuando hay una oferta amplia”.
Conocía bien don Enrique el pulso de la sociedad valenciana y sus preferencias teatrales. El éxito del Teatro Olympia (así como del Teatro Talía), se debe en gran medida a esa visión amplia de formatos, géneros y estilos que llegan a sus tablas. Tanto su hijo (Enrique), como su hija (Mariángeles), llevan ese ADN del gusto por la diversidad de las obras programadas y mantienen vivo una forma de gestión teatral que es indispensable para la ciudad, y que es punto de mira de muchas ciudades de España. Don Enrique, sin duda, deja un gran legado en su quehacer empresarial y un hueco de nostalgia entre butacas.