Sabemos ya que Kim Jong-un no paga un duro del coste de su reunión con Donald Trump en Singapur. El dinero lo tiene él para otras cosas: por ejemplo, los misiles atómicos que tanto placer le causan y que coadyuvan a la miseria del resto de sus compatriotas.
Este importante suceso, qué quieren que les diga, se me antoja que tiene paralelismos irónicos con el previsto encuentro entre Joaquim Torra y Pedro Sánchez, al menos desde el punto de vista del político catalán.
Resulta que el presidente de la Generalitat —presidente por procuración, porque él debe y muestra pleitesía cotidiana a su jefe, Carles Puigdemont— ya ha explicado que su “diálogo” con el Gobierno español lo es, en el fondo, sólo para ver cómo Cataluña logra su independencia, en virtud del presunto “derecho a la autodeterminación” y a partir de los “resultados del referéndum del 1-O”.
Verde y con asas. Y aunque Sánchez vaya a reunirse, por lógica política, con todos los presidentes autonómicos, para decirles a cada uno de ellos “ya estoy aquí, ¿qué hay de lo tuyo?, ¿cómo lo ves?”, Torra insiste en que su encuentro personal con el presidente español lo es de igual a igual, de Gobierno a Gobierno, de Estado a Estado. ¿Les suena?
Una vez más, el separatismo catalán busca una repercusión internacional que hasta ahora siempre ha sabido obtener, aunque también haya dedicado a dicha actividad unos dineros que, en vez de a esos eficaces y metafóricos “misiles propagandísticos”, deberían haber ido a parar a las necesidades cotidianas de sus conciudadanos de cualquier ideología política, fuere la que fuera, y que en cambio han venido degradándose día a día.
Enrique Arias Vega | Escritor, periodista y economista | @enrarias