Magalí Etchebarne es una escritora argentina de sólida formación académica y literaria. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y trabaja como editora. Elige de forma casi excluyente escribir los relatos cortos, los cuentos y los poemas. Quedan lejos las novelas. Está en esta generación de autoras argentinas que toma el relevo de aquella que conformaron los grandes mitos literarios, varones, de antaño.
Le pregunto: Desde hace un tiempo Argentina vive en constante convulsión social y política, ¿Por qué no aparece eso en su obra?
Magalí: Claro que aparece. El relato de la realidad siempre tiene una lectura política. La crítica social lo es. Mostrar la postración continuada de la mujer es siempre revolucionario. Los hombres que envejecen cuando hablan pasan por sabios y a las mujeres que pretenden seguir siendo ellas mismas las toman por locas.
P: ¿Por qué relatos y no novelas?
Magalí: requieren estructuras narrativas diferentes. En el relato me puedo acercar más a la realidad que es lo que pretendo. La historia viva de mis personajes no necesita enmarcarse en una ficción.
Magalí: Depende del perfil del personaje. Me acerco todo lo que puedo a la realidad de lo que cuento.
P: Has recibido con este libro un premio importante Premio Ribera de Duero. Cuál ha sido tu trayectoria hasta llegar aquí.
Magalí: Mi vida siempre estuvo dedicada a la Literatura. Leí mucho. Trabajé como traductora. Ayude a otras autoras argentinas como editora. Esta es mi primera visita como autora a España. Seguiré escribiendo y editando las obras de otras.
No incluye ningún alegato feminista o ideológico. Sólo la vida, los sentimientos, los recuerdos, las menguantes esperanzas de futuro que las envuelven.
Resulta que para un lector español no habrá ninguna situación que no encuentre como conocida. Sobre todo, si es lectora.
Unos relatos llamados a mostrar una realidad incontestable. Aquí o en cualquier lugar del mundo esto está pasando y nadie que lea estos relatos quedará indiferente. Como dice la autora en la entrevista, mostrar la verdad es el germen de cualquier revolución. Y ésta ya tarda en producirse.