Fotos: Juan Ramón Contelles y Agustín Verdeguer.- La calle Sagunto y sus aledaños han acogido de nuevo este domingo, en Valencia, la tradicional bendición de animales en honor a San Antonio Abad, patrón de ganaderos y protector de los animales, dos años después. Una celebración con un gran arraigo no sólo en la capital del Túria, sino en más de un centenar de poblaciones de la provincia con misas, procesiones, hogueras y bendiciones de animales.
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha presidido la eucaristía solemne en la parroquia San Antonio Abad, ubicada en la calle Sagunto. Al término de la celebración han sido bendecidos los panes que se han repartido posteriormente.
En la procesión han participado numerosas personas con sus mascotas así como la Policía Local montada, y unidades de caballería y caninas de la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Unidad Militar de Emergencias.
Este año la celebración de San Antonio Abad, cuya festividad litúrgica es el 17 de enero, se celebra excepcionalmente el día previo, domingo, por no haberse podido celebrar por la pandemia de manera presencial el año pasado en que la fiesta si coincidió en domingo.
La localidad de Canals también celebra las fiestas en honor de su patrón, san Antonio Abad. Hoy, domingo, la parroquia acogerá las vísperas solemnes donde se encenderá un cirio, en representación de la “cremà de la foguera”, considerada “la más grande del mundo en honor a este santo según el libro de los récords”, según el párroco Emilio Salvador Úbeda. El lunes, la parroquia celebrará la misa solemne por la mañana y por la tarde, a las 20 horas, será la procesión. Igualmente, el martes se celebrará la bendición de animales.
Quién fue San Antonio Abad
San Antonio Abad, cuyo nombre significa “floreciente”, nació en Egipto por el año 250 de padres campesinos y acaudalados. En una Misa resonaron en él estas palabras de Jesús: “si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres”.
Cuando murieron sus padres cuando tenía unos 20 años, repartió sus bienes entre los pobres y se fue a hacer penitencia al desierto. Allí hizo vida de ermitaño y más adelante vivió junto a un cementerio, reflexionando en este tiempo sobre la vida de Jesús que venció a la muerte.