Condenada por intrusismo una falsa veterinaria de Albal tras ser grabada por un investigador privado

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El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Catarroja ha condenado por intrusismo a una falsa veterinaria de Albal, según ha informado el Colegio de Veterinarios de Valencia (ICOVV), que trabajó en este caso junto a la Asociación Empresarial Veterinaria de Valencia (AEVETVAL) para lograr una condena.

Vista general de la Ciudad de la Justicia de València. EFE/Ana Escobar/Archivo
Vista general de la Ciudad de la Justicia de València. EFE/Ana Escobar/Archivo

La patronal fue la que puso en conocimiento del colegio el caso y facilitó las pruebas obtenidas mediante un investigador privado que había contratado al efecto.

El servicio jurídico del ICOVV se encargó de llevar la acusación particular y, ante las evidencias recabadas, obtuvo la condena por conformidad de la acusada con los cargos presentados por el ministerio fiscal.

En la sentencia queda probado que, la mujer, pese a no tener titulación en Veterinaria, "atendió a un animal, le realizó una analítica (de sangre) y pautó una medicación para el caso de que se volviera a repetir una (supuesta) hinchazón".

Los hechos denunciados se remontan al 21 de mayo de 2024. La asociación tenía sospechas de la actuación de la mujer, fuera del horario laboral, en un centro veterinario concreto. De ahí que recurriera a los servicios de un investigador privado para que éste simulase una urgencia en un perro.

Tras llamar al centro pasadas las 21 horas de aquel día, el detective -haciéndose pasar por el dueño- trasladó que el animal tenía "hinchado el morro".

La supuesta veterinaria, que no era más que la empresaria titular del centro, atendió el teléfono y sugirió que tal síntoma, según consta en el informe presentado como prueba al juzgado, podía atribuirse a una "reacción anafiláctica" por lo que recomendó que se lo llevaran para "pincharle y bajarle la inflamación".

Unos minutos más tarde, los investigadores, armados con una cámara oculta, grabaron toda la escena: la única persona que les esperaba era la misma que había cogido antes el teléfono e iba uniformada con una bata verde.

La falsa veterinaria auscultó al perro, comprobó el estado de su boca y mucosa y lo exploró con fonendoscopio. Tras comunicar a sus supuestos dueños que, en ese momento, el animal no sufría inflamación alguna, procedió a la toma de muestra para realizarle una analítica y pautó unas pastillas "por si os ocurriera que se inflamara, no tener que ir al hospital de urgencias", según la prueba presentada.

Finalmente, extrajo sangre de la pata del animal y la llevó al laboratorio, tras lo cual procedió a rellenar la ficha en la clínica. En última instancia, después de informar que el análisis no arrojaba resultado anómalo, prescribió un medicamento.

"La falsa veterinaria simuló la actuación de una profesional pero las consecuencias de su intromisión podrían haber sido especialmente graves, no solo para la credibilidad y prestigio de la profesión sino también para la salud y bienestar del animal. De ahí la importancia de que veterinarios y usuarios denuncien las posibles sospechas que tengan", han remarcado las responsables del ICOVV y de AEVETVAL.

Esta es la segunda condena por intrusismo que se logra desde el ICOVV, la anterior afectó a una estudiante que trabajaba sin tener el título de veterinaria.

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