Concluye el Festival de Talleres de Teatro Clásico de Sala Russafa con el estreno de ‘Nuestro pueblo’

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La sensación de declive, de vorágine destructiva, intensifica su presencia con la llegada de las estaciones más extremas del año y con las noticias sobre la polarización política, que nos recuerdan que no solo el clima está cambiando, también el mundo. Un pensamiento que ha llegado a generar nuevos síntomas psicológicos, como la ‘ecoansiedad’. Y que Sala Russafa trata de apaciguar con el estreno del 28 al 30 de junio de Nuestro pueblo, la última pieza de su Festival de Talleres de Teatro Clásico.

Iria Márquez dirige este texto de Thornton Wilder, una de las obras más representadas del teatro norteamericano contemporáneo. Desde su estreno en los años 40 del siglo pasado, no ha bajado de los escenarios esta pieza que va a la esencia de lo humano, a los detalles que pueden pasar desapercibidos, pero que llenan de valor cualquier vida. Y cualquier día.

Los protagonistas de 'Nuestro pueblo'.

“Este fue el primer espectáculo que dirigí, hace 14 años, para el Grupo de Teatro de la Universidad de Alcalá de Henares”, recuerda la actriz, docente, dramaturga y directora de escena, con destacados trabajos como Un lugar de partida, Premio del Público de Sala Russafa al Mejor Espectáculo Valenciano en 2021, Primer Premio Escénia 2023 y nominada a los Premios de la Crítica Literaria Valenciana 2024. “Echando la vista atrás, ahora me doy cuenta de que aquel trabajo inicial sentó las bases temáticas y estilísticas que luego he ido desarrollando en mi forma de hacer teatro. Es una obra con unas reflexiones muy interesantes sobre el sentido de la existencia, con un estilo muy profundo y, a la vez, muy sencillo, muy directo”, comenta Márquez.

“Hay que vivir para poder amar la vida. Y hay que amar la vida para poder vivir”, reza el texto de este espectáculo ambientado en una pequeña localidad norteña de los EEUU, en el primer tercio del siglo XX. Pero lo que ocurre y lo que se dice en Nuestro pueblo es perfectamente trasladable a cualquier espacio y tiempo, pues recrea las inquietudes, la necesidad de disfrutar del presente, las alegrías que esconden los pequeños detalles cotidianos de un grupo humano.

El alumnado del curso avanzado de interpretación para no profesionales de la línea docente de Sala Russafa es el encargado de dar vida a esta obra, de fuerte componente metateatral.

El elenco, compuesto por Amparo Rodríguez, Berta Esparza, Blanca Mansergas, Isabel Ramón, Isabel Sánchez, José Luis Gómez, Juanjo Tomàs, Lucía Casanova, Lucía Torres, Mercedes Testal, Salva Furió, Verónica Martínez y Celio Hernández, se dirige al público en varias ocasiones para explicitar que son un grupo de actores y que están realizando una representación. Ponen sus cuerpos al servicio de la mímica, desechando el uso de atrezo a la hora de realizar acciones sobre el escenario. Y a los ojos de los espectadores, con las piezas mínimas de escenografía, van componiendo los entornos en que se desarrolla la trama. “Creo que el autor quería transmitir la idea que, con lo más simple, se puede crear algo tan completo, tan emocionante, como un espectáculo. Me parece que es una forma más de reivindicar la importancia de lo llano, de lo sencillo”, explica la directora del montaje, que cuenta con ambientación musical en directo gracias a la interpretación a la viola de composiciones de Puccini y Offenbach, entre otros clásicos, por parte de la actriz y músico Sylvie Berger.

Espectadores a la entrada de Sala Russafa.

También se utilizan efectos sonoros básicos, como el sonido de la lluvia, el viento o de pasos. Y un cuidado diseño de iluminación, a cargo de Josemi Felguera, juega sobre las distintas tonalidades de gris del vestuario para recrear la sensación del paso del tiempo y reforzar la teatralidad de la puesta en escena. Algo a lo que también contribuye la decisión por parte de Márquez de desvestir por completo el escenario de Sala Russafa, dejando a la vista de los espectadores las bambalinas, incluso las puertas de los camerinos, que suelen quedar ocultas tras el telón de fondo.

Una declaración de intenciones sobre la falta de artificiosidad, la verdad directa que trata de transmitir esta propuesta costumbrista y auto referencial, que reivindica el valor de la vida y del teatro. Una pieza que sirve para despedir la selección de montajes que cada año muestra el trabajo del alumnado de la Acadèmia Escènica de València en el centro de creación, formación y exhibición de artes escénicas de Ruzafa, que con esta obra baja el telón hasta después del verano, cuando arranque su XIV temporada.

Sala Russafa cierra su XIII temporada

Sala Russafa cierra una temporada con número maldito y balance positivo. En su decimotercer ejercicio, han pasado 31 compañías profesionales por su escenario. Una programación escénica en la que han apostado por la creatividad valenciana, con 109 funciones de compañías autonómicas. Pero donde también tienen un peso destacado las propuestas venidas de otros rincones del país, con 57 funciones dedicadas a espectáculos de 9 comunidades autónomas, como Madrid, Extremadura, Aragón, Galicia, Baleares o País Vasco, entre otras.

Su oferta cultural también ha incluido 23 actividades paralelas, como presentaciones de libros, encuentros abiertos al público sobre fotografía, ilustración y cine en la segunda edición del ciclo ‘Russafa Crea’, conciertos, exposiciones, live- podcast… Propuestas que completan la programación de un centro eminentemente dedicado a la creación, formación y exhibición de artes escénicas, aunque abierto a otras disciplinas artísticas, de las que aprender y en las que conectar con nuevos públicos.

Imagen de uno de los coloquios celebrados.

Desde mediados de septiembre, durante nueve meses y medio, más de 16.600 personas han disfrutado de la programación que ha diseñado el equipo del centro, gestionado por la compañía teatral Arden Producciones.

Y cinco compañías residentes se han beneficiado de las facilidades para concebir y desarrollar sus espectáculos en los 1.200 metros cuadrados de este espacio. Son La Penúltima Teatre, Alarcón&Cornelles, Vivirei, Toni Aparisi y Encara No Té Nom Produccions.

Gracias a un equipo que incluye a técnicos, personal de sala, de administración, de producción, de comunicación, de programación, docentes, etc. Sala Russafa mantiene su actividad desde 2011. Además, colabora con citas destacadas de la vida cultural valenciana, como la bienal de artes plásticas Russafart o Russafa Escènica – Festival de Tardor. También apoya iniciativas como la campaña #LlegirEnValencià de la Fundació Bromera. Y abre su espacio a agentes dinamizadores del barrio, como la Librería Imperio y profesionales de la cultura de diversas áreas.

A partir del lunes 1 de julio, el centro cerrará sus puertas al público, aunque el equipo va a seguir trabajando en la preparación de la próxima temporada. Y arrancan las labores de mantenimiento de las instalaciones para dejarlo todo listo de cara a septiembre, cuando Sala Russafa volverá a alzar el telón.

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