Después han pasado al comedor para compartir mesa y bandeja. El menú de hoy constaba de ensalada, arroz a la cubana y calamares con verdura de guarnición, y de postre yogur. A medida que iban acabando de comer, los escolares recogían una bolsa con la merienda y el desayuno de mañana y salían ordenadamente del colegio para irse a casa con sus padres. Hasta mañana a las doce.
Como ya hiciera el verano pasado y en las pasadas Navidades, el gobierno de Carlos Fernández Bielsa ha vuelto a apostar fuerte para combatir la pobreza infantil poniendo en marcha una iniciativa que pretende, en palabras del alcalde, “cubrir las necesidades nutricionales de la infancia y que ningún niño de Mislata se quede sin comer ni un solo día".
El comedor de Mislata forma parte de un proyecto más integrador que incluye también actividades de ocio y tiempo libre. “El objetivo es evitar el estigma que puede suponer para los niños ir a un colegio a comer porque en su casa no pueden hacerlo. Para ellos es como participar en cualquier actividad extraescolar”, concluye Bielsa.