El animalismo, una lacra que hace peligrar nuestra sociedad

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El sectarismo y el animalismo brotan del mismo mal. El animalismo es una de las lacras que hace peligrar nuestra sociedad. No hay que olvidar lo que hizo la entonces consellera de Compromís, Mireia Mollà, cuando los ganaderos más necesitaban su ayuda durante la pandemia, impidió las ayudas a las ganaderías que dedicaran su actividad exclusivamente a los `bous al carrer’, una actitud deshumanizada y despótica, que se extiende hoy por hoy a toda la formación de Compromís que, por cierto, también registró hace poco una enmienda al Proyecto de Ley General de Comunicación Audiovisual para que los espectáculos taurinos sean consideradores ‘contenido perjudicial’ para los menores. También el Gobierno de España acaba de dar una puñalada a la fiesta eliminando el Premio Nacional de Tauromaquia. O incluso el eurodiputado Alvise Pérez, desde Europa, ha atacado nuestra cultura, votando en contra de subvenciones al toro de lidia.

Plaza de Toros Valencia
foto Raquel Abulaila

Esto es un ejemplo de lo que es el animalismo, una ideología incompatible con nuestra civilización, en palabras del filósofo Francis Wolff “una de las modernas utopías potencialmente destructoras de nuestra civilización”.

El avance de esta ideología antihumanista, se dirige hacia un cambio de paradigma que supondría la aniquilación de una enorme parte de nuestro acervo cultural, social y económico. El animalismo supone el fin de nuestra manera de existir, de ser lo que somos. El animalismo empezó con la tauromaquia, pero como se puede ya comprobar, fue la punta del iceberg, la cabeza totémica que ofrecer a los dioses del animalismo antes de poder lanzarse contra la caza, la pesca o la industria cárnica. El animalismo no va de cuidar perros y gatitos, el animalismo supone la devastación de nuestra España rural.

Si dejamos que esta enfermedad continúe avanzando el mundo sufrirá unas consecuencias devastadoras, no sólo para el ecosistema, sino también supondrá el fin de nuestra cultura. ¿Se imaginan unos sanfermines sin toros? ¿Unas fiestas de Dénia sin ´bous a la mar´? ¿Unas fiestas de Segorbe sin su Entrada de Toros y Caballos? ¿O acabar con la cecina de León, la romería de El Rocío, la matanza del cerdo, el cierre de los hipódromos, el adiós al jamón de Jabugo, al pescaíto frito, a la industria del cuero o al marisco de Galicia, etc.?

Desde la trinchera animalista en ocasiones se nos hacen absurdas comparaciones como quela ablación también es una tradición y no por eso hay que mantenerla” o que “también los gladiadores eran una tradición”; la ablación transgrede los derechos humanos y los juegos con gladiadores transgreden los derechos humanos. La UNESCO explica que el único límite para considerar cuándo una cultura es inadmisible son los derechos humanos y libertades fundamentales. Y la tauromaquia, desde luego, no transgrede esa línea roja.

Por tanto, si aceptamos que ‘un grupo’ pueda arrogar la facultad de determinar qué es cultura y qué no es cultura, estaremos aceptando el fin de nuestra sociedad como una sociedad libre. En definitiva, el animalismo supondría el fin de nuestra identidad. De nuestra manera de vivir. De nuestra economía. De nuestra cultura popular y quebraríamos indefectiblemente como sociedad.

Por eso, desde estas líneas, hago un canto a la libertad, a la unión contra la persecución de nuestro sector.

Por eso, desde estas líneas, hago un canto a la libertad, a la unión contra la persecución de nuestro sector.

[ Javi González 'Viza' | portavoz PP Albalat dels Sorells | @Javi_Viza ]

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